Dos deslumbrantes cavernas de yeso con cuatro lagunas de aguas profundas y cristalinas están siendo afectadas por los deshielos intensos de la Cordillera. Los espeleólogos hallaron ahora mucho barro, derrumbes y zanjones causados por la erosión.
Las formaciones subterráneas están en el valle Poti Malal, cerca del camino que conduce a la zona fronteriza (con Chile) de El Pehuenche, distante 100 kilómetros de la ciudad de Malargüe y a 550 de la capital mendocina.
"Estamos preocupados porque creemos que hacia fin de año la situación puede empeorar, tanto que haría cambiar el paisaje interior" de las cuevas, dijo a Clarín el presidente de la Federación Argentina de Espeleología (FADE), Carlos Benedetto.
La caverna principal donde se verificaron los torrentes de agua es "San Agustín", con sus lagunas "Argentina", "Croacia" y "Mendoza", cuyos diámetros van de 20 a 40 metros y una profundidad de 18 metros. Sus aguas apenas alcanzan los 10 grados. Cada una de ellas tiene bóvedas "como gigantescas catedrales" que miden 20 metros de alto, dijo Benedetto. Los estanques fueron bautizados por espeleólogos argentinos y croatas que los descubrieron en octubre de 2002.
Una segunda caverna llamada "Miranda" se encuentra cerca de allí. Es más chica y estrecha. Para entrar, hay que arrastrarse.
Benedetto hizo notar que estas cuevas son de un yeso (sulfato de calcio) concentrado hace 100 o 110 millones de años, en la etapa Jurásica. "Esa zona era el litoral o la costa de un océano", señaló. En cambio, la famosa Caverna de las Brujas, también de Malargüe, está compuesta de bicarbonato de calcio (cal) y era parte del fondo marítimo.
Lo que encontraron los espeleólogos en las galerías de yeso fue lo que intuyeron al comenzar la travesía: el nivel del agua de las lagunas había crecido 3 metros por los desbordes del río Poti Malal. El paño de arena por el cual bajaban como si fuese un tobogán, hoy se ha convertido en barro y zanjas difíciles de superar. Uno de los canales tiene 1,30 metro de profundidad. "Para avanzar tenemos que hundir las piernas hasta las rodillas en el agua cenagosa", recalcó el espeleólogo.
La caverna "San Agustín" tiene una temperatura de entre 6 y 13 grados. Su profundidad es de 45 metros en línea recta. Su largo alcanza los 400. No está abierta al turismo para proteger su frágil estructura y para evitarles riesgos a los visitantes. Benedetto dijo que "todo tiende a empeorar" porque se acumuló nieve en las montañas próximas. Y advirtió sobre el calentamiento global, que también afecta el interior de la Tierra.
Las formaciones subterráneas están en el valle Poti Malal, cerca del camino que conduce a la zona fronteriza (con Chile) de El Pehuenche, distante 100 kilómetros de la ciudad de Malargüe y a 550 de la capital mendocina.
"Estamos preocupados porque creemos que hacia fin de año la situación puede empeorar, tanto que haría cambiar el paisaje interior" de las cuevas, dijo a Clarín el presidente de la Federación Argentina de Espeleología (FADE), Carlos Benedetto.
La caverna principal donde se verificaron los torrentes de agua es "San Agustín", con sus lagunas "Argentina", "Croacia" y "Mendoza", cuyos diámetros van de 20 a 40 metros y una profundidad de 18 metros. Sus aguas apenas alcanzan los 10 grados. Cada una de ellas tiene bóvedas "como gigantescas catedrales" que miden 20 metros de alto, dijo Benedetto. Los estanques fueron bautizados por espeleólogos argentinos y croatas que los descubrieron en octubre de 2002.
Una segunda caverna llamada "Miranda" se encuentra cerca de allí. Es más chica y estrecha. Para entrar, hay que arrastrarse.
Benedetto hizo notar que estas cuevas son de un yeso (sulfato de calcio) concentrado hace 100 o 110 millones de años, en la etapa Jurásica. "Esa zona era el litoral o la costa de un océano", señaló. En cambio, la famosa Caverna de las Brujas, también de Malargüe, está compuesta de bicarbonato de calcio (cal) y era parte del fondo marítimo.
Lo que encontraron los espeleólogos en las galerías de yeso fue lo que intuyeron al comenzar la travesía: el nivel del agua de las lagunas había crecido 3 metros por los desbordes del río Poti Malal. El paño de arena por el cual bajaban como si fuese un tobogán, hoy se ha convertido en barro y zanjas difíciles de superar. Uno de los canales tiene 1,30 metro de profundidad. "Para avanzar tenemos que hundir las piernas hasta las rodillas en el agua cenagosa", recalcó el espeleólogo.
La caverna "San Agustín" tiene una temperatura de entre 6 y 13 grados. Su profundidad es de 45 metros en línea recta. Su largo alcanza los 400. No está abierta al turismo para proteger su frágil estructura y para evitarles riesgos a los visitantes. Benedetto dijo que "todo tiende a empeorar" porque se acumuló nieve en las montañas próximas. Y advirtió sobre el calentamiento global, que también afecta el interior de la Tierra.
From: Espeleologia virtual MSN
Las cavernas resguardan secretos milenarios y tal vez los orígenes del planeta. Estos misterios podrían dañarse o perderse por el incremento del nivel de agua en su interior como consecuencia del deshielo producto de la abundante acumulación nívea de este año. Esa situación amenaza a cavernas ubicadas en el departamento de Malargüe, como la de San Agustín, una importante cueva de yeso con más de 400 metros de longitud y tres lagos en su interior, tal vez la más grande caverna de su tipo en el país.
Un grupo de apasionados por estas formaciones, dedicados a la espeleología, realizaron una expedición para observar el estado de las cuevas. Con preocupación notaron que sus especulaciones no estaban muy alejadas de la realidad: en el Valle de Poti Malal, algunos de los accesos a las cavernas de San Agustín están semi destruidos por el agua, al igual que la galería que une los lagos subterráneos “Argentina”, “Croacia” y “Mendoza”, además de la existencia de un barro cenagoso que impide el tránsito.
Todo esto surgió de la visita al valle de Poti Malal, a 100 kilómetros al suroeste de Malargüe. Esas cavernas no habían sido recorridas por los espeleólogos desde Semana Santa, cuando se llevó a cabo una expedición de la Federación Argentina de Espeleología (FADE) al lugar, que sirvió para hacer las comparaciones de ambas situaciones.
“La primera observación al ingresar al valle fue el enorme caudal de agua del río Poti Malal, además de la notable turbidez que tenía. En las horas de más calor el río crece aún más provocando daños en el camino de tierra que une el puesto de Gendarmería sobre la ruta al Paso Pehuenche con el valle”, comentó Carlos Benedetto secretario de la FADE. Y agregó: “Eso nos obligó a acotar nuestro tiempo de permanencia en el valle, ante la posibilidad de no poder volver en el mismo día”.
Ya en el ingreso a la caverna San Agustín, los espeleólogos descubrieron que el talud de 60 metros de arena y tierra del descenso por la intensa acción del agua fue fraccionado longitudinalmente, en casi todo su recorrido, por un zanjón descendente de 1,5 metros de profundidad. “Es la primera vez que se observa este fenómeno en la caverna”, dijo Benedetto.
Dentro de la cueva la presencia de barro -de características casi cenagosas- dificultó el avance hacia la pequeña galería que comunicaba con los lagos subterráneos “Croacia”, “Argentina” y “Mendoza”. Luego de sortear esta dificultad, “vimos que dicha galería estaba completamente derrumbada, por lo que temimos no poder volver a ver los lagos”, contó el espeleólogo.
Un grupo de apasionados por estas formaciones, dedicados a la espeleología, realizaron una expedición para observar el estado de las cuevas. Con preocupación notaron que sus especulaciones no estaban muy alejadas de la realidad: en el Valle de Poti Malal, algunos de los accesos a las cavernas de San Agustín están semi destruidos por el agua, al igual que la galería que une los lagos subterráneos “Argentina”, “Croacia” y “Mendoza”, además de la existencia de un barro cenagoso que impide el tránsito.
Todo esto surgió de la visita al valle de Poti Malal, a 100 kilómetros al suroeste de Malargüe. Esas cavernas no habían sido recorridas por los espeleólogos desde Semana Santa, cuando se llevó a cabo una expedición de la Federación Argentina de Espeleología (FADE) al lugar, que sirvió para hacer las comparaciones de ambas situaciones.
“La primera observación al ingresar al valle fue el enorme caudal de agua del río Poti Malal, además de la notable turbidez que tenía. En las horas de más calor el río crece aún más provocando daños en el camino de tierra que une el puesto de Gendarmería sobre la ruta al Paso Pehuenche con el valle”, comentó Carlos Benedetto secretario de la FADE. Y agregó: “Eso nos obligó a acotar nuestro tiempo de permanencia en el valle, ante la posibilidad de no poder volver en el mismo día”.
Ya en el ingreso a la caverna San Agustín, los espeleólogos descubrieron que el talud de 60 metros de arena y tierra del descenso por la intensa acción del agua fue fraccionado longitudinalmente, en casi todo su recorrido, por un zanjón descendente de 1,5 metros de profundidad. “Es la primera vez que se observa este fenómeno en la caverna”, dijo Benedetto.
Dentro de la cueva la presencia de barro -de características casi cenagosas- dificultó el avance hacia la pequeña galería que comunicaba con los lagos subterráneos “Croacia”, “Argentina” y “Mendoza”. Luego de sortear esta dificultad, “vimos que dicha galería estaba completamente derrumbada, por lo que temimos no poder volver a ver los lagos”, contó el espeleólogo.
Texto: Daniela Larregle - dlarregle@losandes.com.ar
From: Espeleologia virtual MSN
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